Resumen
Este trabajo aborda las perspectivas de docentes universitarios acerca de la integridad académica, su significado y las experiencias vividas en interacciones formativas con estudiantes, con el propósito de comprender, desde el punto de vista de los docentes, las estrategias y acciones desarrolladas por ellos para atender situaciones vinculadas con la integridad académica por parte de sus estudiantes y las repercusiones favorables y desfavorables relacionadas con esas situaciones, a fin de propiciar actuaciones éticas en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Este estudio se realizó con base en el paradigma cualitativo, de tipo interpretativo. Se involucraron 75 docentes de grado y posgrado, quienes aceptaron participar voluntariamente en una entrevista virtual, completando un instrumento semiestructurado de auto aplicación con énfasis en preguntas abiertas. Entre las conclusiones, destaca que, desde la perspectiva de los docentes, el elemento predominante que se asocia con la integridad académica, en cuanto al proceder de los estudiantes, es el de la actuación honesta, abierta y responsable, siendo lo que mejor demuestra cuando un estudiante manifiesta un comportamiento con integridad académica. Además, el compromiso con el aprendizaje, el trabajo bien hecho y con la calidad de las producciones. En menor proporción, está considerado el cumplimiento de las normativas institucionales. Las estrategias que los docentes sugieren que la Universidad utilice para promover la integridad académica hacen referencia al proceder de la institución en tres dimensiones fundamentales que atienda lo actitudinal y orientador, lo didáctico y lo institucional.
Palabras clave:
Integridad académica; ética; docente; universidad
Abstract
This paper addresses the perspectives of university teachers about academic integrity, its meaning and the experiences lived in formative interactions with students, with the purpose of understanding, from the teachers' point of view, the strategies and actions developed by them to deal with situations related to academic integrity on the part of their students and the favorable and unfavorable repercussions related to these situations, in order to promote ethical actions in the teaching and learning processes. This study was carried out based on the qualitative paradigm, of an interpretative type. Seventy-five undergraduate and graduate teachers were involved, who agreed to participate voluntarily in a virtual interview, completing a semi-structured self-applied instrument with emphasis on open questions. Among the conclusions, it stands out that, from the teachers' perspective, the predominant element associated with academic integrity, in terms of students' behavior, is honest, open and responsible behavior, being what best demonstrates when a student shows behavior with academic integrity. In addition, commitment to learning, to a job well done and to the quality of the productions. To a lesser extent, compliance with institutional regulations is considered. The strategies that teachers suggest that the university use to promote academic integrity refer to the institution's actions in three fundamental dimensions that address the attitudinal and orienting, the didactic and the institutional.
Key words:
Academic integrity; ethics; teacher; university
1. Introducción
Establecer normas y reglas (de forma explícita o implícita) es una práctica cultural de las sociedades humanas, que permite guiar a las personas hacia lo que es aceptado en cada grupo o colectivo social, lo que se ha aceptado como una correcta actuación. Del mismo modo, en el contexto social más amplio existen agentes e instituciones que juegan un papel clave en la formación de los ciudadanos en términos de conductas deseables. A las instituciones educativas se les ha asignado, junto con la familia, la responsabilidad del desarrollo ético y moral de los ciudadanos, ya que son las encargadas del proceso formativo, tanto informal como formal, de la sociedad.
Al respecto, la formación universitaria es considerada un nivel en el que se espera que los individuos completen el proceso de construcción de la personalidad moral y profesional. Al respecto, se ha venido discutiendo acerca de cómo garantizar que esa formación se logre, toda vez que existen quienes consideran que en este Nivel ya deberíamos saber discriminar cuándo y cómo actuar, apegados a preceptos y principios éticos y morales.
Sin embargo, en las universidades aún se debate con mucha inquietud el hecho de que en la actualidad la integridad académica es una práctica necesaria e integradora de diferentes valores relevantes en la formación de todo profesional, sin importar su carrera o nivel formativo, la cual muestra serias debilidades que nos alertan acerca de los llamados logros de la formación en valores por parte de las instituciones de educación superior (IES), como las universidades.
Al respecto, es común encontrar que las IES establezcan códigos de ética, incorporen cursos relativos al proceder ético y creen comités disciplinarios, todo ello con la finalidad de orientar y promover la correcta actuación en la comunidad universitaria, así como aplicar sanciones a los infractores de las normas y reglamentaciones. Pero, a pesar de tales acciones, tradicionalmente aceptadas, los resultados no son plenamente satisfactorios.
La integridad académica se entiende entonces, como el correcto desempeño por parte de los actores involucrados en los procesos formativos. Implica, entre otros valores, la práctica de la honestidad, el respeto y la responsabilidad. El Centro Internacional para la Integridad Académica (ICAI, 2019) define a la integridad académica como un compromiso, incluso frente a la adversidad, para asumir seis valores fundamentales: honestidad, confianza, equidad, respeto, responsabilidad y coraje.
Es un reto lograr que los estudiantes asuman sus actividades y tareas formativas con total apego a la honestidad, la responsabilidad y el respeto. En este proceso, se incluyen de forma activa los gestores académicos y los docentes quienes deben hacer frente a situaciones y dilemas en los que los estudiantes, al querer lograr buenos resultados académicos, dejan de lado la práctica de los valores que garantizan la integridad académica.
Los resultados que se presentan aquí muestran el objetivo general de la investigación realizada, la cual buscó comprender, desde el punto de vista de los docentes, las estrategias y acciones desarrolladas por ellos para atender situaciones vinculadas con la integridad académica por parte de sus estudiantes y las repercusiones favorables y desfavorables relacionadas con esas situaciones a fin de propiciar actuaciones éticas en los procesos de enseñanza y aprendizaje en el contexto de la UAPA.
En este sentido, como objetivos específicos se buscó:
1. Identificar, desde la experiencia de los docentes, las acciones más recurrentes de los estudiantes que se corresponden con la integridad académica y aquellas que la transgreden.
2. Interpretar el significado de las acciones desarrolladas por los docentes para atender las actuaciones de sus estudiantes que contradicen la integridad académica.
3. Caracterizar las estrategias que implementan los docentes para promover la integridad académica en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
4. Proponer orientaciones que sirvan para facilitar la mejora de los procesos de enseñanza de las prácticas en favor de la integridad académica en la Universidad por parte de los docentes.
2. Revisión de la literatura
Impulsar y promover la honestidad académica en el contexto universitario representa un reto constante para los docentes, así como una meta relevante que involucra el perfil personal y profesional que la sociedad demanda.
En un estudio realizado por Medina-Díaz & Verdejo-Carrión (2019), con estudiantes universitarios del recinto Río Piedra, en la Universidad de Puerto Rico, se evidenció que, “entre 11 % y 82 % del grupo de participantes admitió que había realizado, al menos una vez, 46 de los 51, comportamientos de deshonestidad académica” (p.1). La razón que plantearon para justificar este proceder fue el ambiente competitivo en el que estaban inmersos para lograr buenas calificaciones.
Esta situación implica reflexionar acerca de la formación general recibida por los estudiantes, los ejemplos o referentes familiares y sociales a los que están expuestos, así como las políticas institucionales para acompañar la evaluación de los aprendizajes, entre otros. Al respecto, Gómez y Pinto (2017) refieren que, “dentro de las prácticas deshonestas se pueden citar el plagio, la colusión, la falsificación, el engaño y la suplantación” (p. 163). Igualmente, los autores citados plantean que:
La deshonestidad académica es un fenómeno multicausal en el que confluyen factores relativos al entorno y la cultura moral, factores personales, currículo oculto, políticas institucionales, así como modelos de enseñanza basados en los resultados académicos, más que en el proceso de aprendizaje colaborativo (p. 163).
En otro estudio realizado por Amiama-Espallat (2020), en el que participó una muestra de 255 estudiantes universitarios de pregrado y posgrado, se reveló que entre el 62 % y el 71 % admite haber cometido plagio, al menos una vez en su proceso educativo. Las razones más frecuentes manifestadas por los encuestados versaban en torno a que el profesor no leía con detenimiento las actividades entregadas, que las asignaciones no les parecían interesantes, que no tenían mucho tiempo para realizar las actividades, entre otras.
Otra investigación llevada a cabo en la Universidad Católica del Norte, Chile, con el objetivo de evaluar la percepción sobre las conductas relacionadas con la integridad académica en el alumnado de la Licenciatura en Química y Farmacia. Los consultados trabajaron con 11 situaciones de simulación escrita, que mostraban conductas deshonestas y debían reconocer quien había cometido la falta e indicar si la habían presenciado en la universidad. Los resultados dan cuenta de que el 98,8 % reconoció el plagio en los escenarios de simulación escritos, y el 90 % manifestó haber presenciado en su universidad alguna acción relacionada con el encubrimiento y el engaño (Orellana et al., 2022).
Por su parte Cancelo-Sanmartín et al (2023) realizaron un estudio con el objetivo de conocer, determinar y analizar la implementación de políticas universitarias existentes que velaban por la integridad académica en dos universidades mexicanas y dos españolas, los autores destacaron como las acciones más utilizadas: la amonestación oral, rehacer el trabajo académico en situaciones de violación a la integridad académica, la pérdida de becas u otros beneficios económicos, limitación de participar en grupos artísticos, la suspensión temporal y, por último, la expulsión.
De igual modo, Eaton (2020), durante su participación en el Congreso de Integridad Académica, del Centro de Integridad Académica de la Universidad de Monterrey, México, discutió las acciones que se pueden llevar a cabo, tanto de manera individual como colectiva, para abordar la compraventa de trabajos académicos como una acción que está reñida con la integridad académica. La autora destacó el sistema 4M para impulsar la integridad académica, a través de niveles en el abordaje y su implementación, a nivel micro (la persona), nivel meso (el departamento, escuela o facultad), nivel macro (institución, universidad) y a nivel mega (organismos oficiales, entidades gubernamentales). Al respecto, Eaton (2020) mostró una experiencia exitosa implementada en Canadá.
Según el glosario de términos establecido por la Red Europea para la Integridad Académica (2023), la integridad se refiere al “cumplimiento de principios éticos y profesionales, estándares, prácticas y sistemas consistentes de valores, que sirve como guía para tomar decisiones y tomar acciones en la educación, investigación y escolaridad” (p. 23). Esta definición presenta derivaciones que atienden a la integridad desde otras aristas específicas del desempeño académico, tales como la docencia, la investigación, la convivencia universitaria, entre otras.
Los autores consultados centran su atención en que la integridad académica es un escenario de actuación en el que los implicados ponen de manifiesto cinco valores: honestidad, confianza, justicia, respeto y responsabilidad. En el contexto académico, la honestidad guía a la persona a realizar sus tareas de manera confiable y transparente. La confianza implica una firme creencia en la confiabilidad de los demás para ser honestos, veraces y actuar con integridad. En tanto que, la justicia involucra tratar a los demás de manera equitativa, respetuosa y considerada. Por su parte, el respeto considera la integridad y bienestar de los demás, mientras que la responsabilidad se vincula con el hecho de responder por los resultados, de todas las partes interesadas en lograrlos (Red Europea para la Integridad Académica, 2023). Uribe (2018), además de coincidir con los cinco valores anteriores que se vinculan con la integridad académica, destaca que “estos valores representan el motor para el desarrollo académico de las comunidades, lo cual le otorga un significado intrínseco e instrumental, y más en el mundo actual, signado por una crisis ética y de corrupción galopante” (p. 8). Los valores como la honestidad, la confianza, la justicia, el respeto y la responsabilidad son considerados Inherentes a la integridad académica, entendidos como relevantes en los contextos académicos (Carvajal, 2020; Orellana et. al., 2022; Cancelo et. al., 2023).
La proliferación de acciones deshonestas en el ámbito académico puede tener repercusiones que hasta llevan a los estudiantes a interiorizar comportamientos que se van instalando como naturales y que desvirtúan la buena práctica de los valores, tal es el caso de la copia en exámenes, admitido como un “atajo”, es decir, como una demostración inteligente y aceptable. En opinión de Daza (2022), este tipo de procedimientos no es solo un problema de momento, sino que se va convirtiendo en una situación habitual, normalizando dichas conductas y permitiendo que acciones reñidas con la integridad se vayan naturalizando, dejando de lado los verdaderos valores.
Entre las acciones que se contraponen a la integridad académica por parte de los estudiantes, se encuentran sobre todo aquellas relacionadas con procesos evaluativos, especialmente los que implican la realización de actividades o pruebas de conocimientos individuales. Esto supone que el docente esté alerta y vigilante para garantizar que el estudiante esté trabajando de acuerdo y la integridad y la honestidad, los cuales se supone que han sido socializados previamente como acuerdo de honor entre el docente y sus estudiantes. Se espera que, en la medida en que ese pacto de confianza se fortalezca el docente pueda estar más tranquilo en su rol de supervisor durante el desarrollo de las prácticas o pruebas. Sin embargo, el escenario va cambiando y los estudiantes encuentran cada vez más formas de burlar las normas y, en muchos casos, de cometer actos tipificados como fraudes. De acuerdo con Carabantes (2020), “además de empresas que realizan trabajos académicos, también existen aplicaciones de Inteligencia Artificial a las que se puede acceder de forma gratuita, para la redacción automática de textos o de códigos informáticos’’ (p. 5).
Desde el punto de vista institucional, las universidades están llamadas a promover e impulsar la formación integral de sus estudiantes para cumplir con el egreso de profesionales que la sociedad demanda. Un ejemplo importante es el del Centro de Integridad de la Universidad de Monterrey, México, que promueve la cultura de integridad académica, así como la excelencia y aprendizaje genuino de los estudiantes por medio de una estrategia intencionada, holística y sostenida. Igualmente, la Red Europea para la Integridad Académica, como asociación que reúne instituciones educativas y personas interesadas en mantener y promover la integridad académica.
Las instituciones de educación superior, por lo general, elaboran reglamentaciones que tipifican las actuaciones antiéticas de los integrantes de la comunidad universitaria, que no se corresponden con la integridad académica, y esto incluye tanto a los docentes como a los estudiantes. En algunos casos, esos documentos pueden ser un manual de convivencia, un código de ética o un reglamento estudiantil.
Las faltas a la integridad académica se han incrementado a raíz de la apertura de la divulgación de contenidos, la masificación en el uso de las nuevas tecnologías, específicamente con el acceso abierto a informaciones organizadas a través de la internet (Cancelo-Sanmartín et al., 2023; Carabantes, 2020). El panorama es tan complejo que muchos países han reforzado el marco legal referente a la protección del derecho de autor, el cual constituye un aspecto directamente relacionado con la práctica de la integridad académica. De igual manera, las universidades crean reglamentos de propiedad intelectual.
Por otra parte, las universidades están facultadas para definir las acciones necesarias para controlar la transgresión institucional con sanciones, las cuales pueden ir desde un llamado de atención, una amonestación oral o escrita, reprobación de una actividad o curso, hasta la expulsión temporal o definitiva del estudiante.
Aunque los docentes son los responsables de aplicar las medidas sancionatorias o de compensación por las faltas cometidas, muchas veces estas no se cumplen por falta de pruebas, limitado tiempo y percepción de cierta indiferencia institucional (Orellana et al., 2022). En algunos casos, resulta inquietante que el hecho de reportar un acto deshonesto pueda ser catalogado entre los estudiantes como un acto egoísta, desconsiderado y hasta poco solidario. Esto puede lesionar de algún modo los vínculos de amistad (basados en una solidaridad mecánica y poco crítica) que lleva a un determinado grupo de profesionales en formación universitaria a encubrir conductas inadecuadas.
De allí que todos los docentes, en conjunto con los demás miembros de la comunidad universitaria, deben estar alineados en el proceso de impulsar una cultura orientada a la correcta actuación desde la integridad académica. Ya que, tal como lo propone Eaton (2020), “la integridad no se puede vivir sólo desde nuestras políticas o en nuestras clases. Debe ser infundida en las paredes de nuestras instituciones, estar en cada descripción de perfil laboral y ser un compromiso en cada nivel” (p. 26).
3.Métodos
Este estudio se realizó con base en el paradigma cualitativo, de tipo interpretativo. De acuerdo con este paradigma, la realidad es concebida en términos de los significados y sentidos construidos y reconstruidos por las personas basados en sus experiencias y en contextos particulares (Denzin & Lincoln, 2009, 2011; Weinsenfeld, 2000). Se trata entonces de un estudio interpretativo acerca de una problemática específica en el cual el investigador es un actor clave para comprender el sentido de lo expresado y experimentado por los sujetos de investigación en su contexto. De allí que la delimitación que establece el investigador, su interés específico, será siempre un elemento o aspecto particular referido al significado de la experiencia de quienes participan con él en la indagación (Banister et. al., 2004).
La opción por este enfoque responde al interés por realizar el estudio de los procesos en el contexto de la educación superior, o donde ocurren las interacciones entre docentes y estudiantes, en tanto que se parte de la idea de que tales procesos son inseparables de su contexto y por tanto su comprensión se da en cuanto se toman en cuenta las características y experiencia personal de los participantes. Sobre todo, cuando lo que se aborda en esta investigación refiere a la práctica del docente con sus estudiantes en circunstancias específicas, que pueden mostrar cómo se vive la integridad académica en los micro contextos educativos. En esta investigación, los procesos educativos en los que se expresan las conductas de integridad académica son interpretados en términos de los significados que los docentes construyen sobre ellos. En consecuencia, interesa acceder a la información proveniente del conocimiento vivencial, tomando algunos supuestos teóricos previos como guía, pero con apertura para extraer de los discursos sus significados, según el proceder inductivo en investigación.
Por otro lado, se asume el hecho de que, al no haberse contemplado la observación directa de la experiencia vivida por los docentes, se valora la relevancia e importancia de los discursos sobre la integridad como un medio privilegiado para acceder a la interpretación de esa experiencia. El total de los informantes correspondió a 75 docentes, de una población de 271 , que impartían asignaturas tanto en grado como en posgrado (26.4 %), otros que sólo lo hacían en grado (48 %), solamente en posgrado, (19.4 %), y otros en pregrado y grado (4 %). Todos aceptaron participar de manera voluntaria en una entrevista virtual de autoaplicación, utilizando un formulario de Google para facilitar la recopilación de la información; contentiva de datos generales, dos preguntas de selección de alternativas de una lista propuesta (guiadas por los fundamentos teóricos) y cinco preguntas abiertas que buscaron que emergieran significados de manera libre y contextualizada; dos sobre la asociación con el término integridad y su ausencia, y tres orientadas a que los docentes describieran situaciones enfrentadas con sus estudiantes contrarias a la integridad, en las que sí se manifestó la integridad académica, las acciones desarrolladas por los docentes en esas situaciones y por último, las estrategias que los docentes proponen que la Universidad implemente para favorecer la práctica de la integridad académica en la institución.
El instrumento fue elaborado y luego sometido a revisión previa por dos investigadores con experiencia en estudios cualitativos, quienes lo validaron. La entrevista en formato digital fue enviada a través de los grupos de docentes de la Universidad, para ser completada en un plazo de tres semanas, cuando se procedió a cerrarla, previo a observar que las informaciones comenzaran a saturarse y a mostrar un cierto patrón general de respuestas similares.
El énfasis de las preguntas abiertas estuvo en explorar los significados atribuidos por los docentes a la integridad académica en los procesos formativos universitarios. Del mismo modo, desde la experiencia como docentes, que identificaran acciones que consideraron se contraponen a la integridad académica, para señalar las que se manifiestan más por parte de sus estudiantes. Los docentes pudieron narrar alguna experiencia que hubieran tenido para dar seguimiento al proceder de un estudiante que no se hubiera correspondido con lo esperado desde la integridad académica. Además, se les dio la oportunidad de que comentaran una situación en la que un estudiante, frente a una circunstancia adversa, puso de manifiesto su integridad académica. Seguidamente, los docentes contaron con una pregunta para que especificaran acciones que estos encaminan para atender algunas de las actuaciones de sus estudiantes que se contraponen a la integridad académica. Finalmente, propusieron posibles acciones que la Universidad podía emprender para favorecer la práctica de la integridad académica en la institución.
4.Resultados
Respecto a las actuaciones de los estudiantes se obtuvieron una gran cantidad de respuestas por parte de los docentes. A continuación, lo que mostramos es una síntesis construida a partir de la agrupación de opciones de respuesta más seleccionadas y, a la vez, aquellos elementos constantes que emergieron de los discursos. Aunque se trata de una interpretación cualitativa, se buscó mostrar la tendencia presente.
Como se puede observar en la Tabla 1, el primer elemento predominante es que la integridad académica se asocia con la actuación honesta, abierta y responsable, como la que mejor muestra que un estudiante manifiesta un comportamiento vinculado con la integridad académica.
Por su parte, las acciones que según los docentes se contraponen a la integridad académica, referidas en la Tabla 2 aluden, sobre todo, al manejo incorrecto de la información académica, lo que perjudica la calidad de las producciones.
Al consultar a los docentes acerca de sus experiencias para dar seguimiento al proceder de algún estudiante que no se correspondía con lo esperado desde la integridad académica, en la Tabla 3, se muestran las acciones organizadas por categorías surgidas de los propios discursos, destacando aquellas acciones más comunes de sus estudiantes reñidas con la integridad académica.
A continuación, se muestra la Tabla 4 en la que se recogen las experiencias descritas por los docentes consultados, las cuales refieren a actuaciones apegadas a la integridad académica en circunstancias adversas que ponen a prueba a los estudiantes. Es decir, de estudiantes que estando en un dilema, optaron por hacer lo correcto.
Experiencias positivas de los docentes en la práctica de la integridad académica de sus estudiantes
En la siguiente tabla se han agrupado las acciones realizadas por los docentes para enfrentar los comportamientos de sus estudiantes que consideraron contrarios a la integridad académica. Para ellos fueron construidas cuatro grandes grupos de acciones orientadas a desarrollar: reflexiones preventivas, reflexiones correctivas, diálogos y compromisos, sanciones y requerimientos y, el modelaje de la práctica de valores.
Los docentes tienen un rol orientador en la acción cotidiana que debe procurar prevenir acciones contrarias a la integridad académica en el marco de los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, presentamos las estrategias que los docentes consideraron debían utilizarse para promover la integridad académica desde la labor formativa. Estas estrategias han sido categorizadas a partir de los énfasis propositivos que se muestran en la Tabla 6.
Estrategias docentes para promover la integridad académica en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
4.1 Discusión de los resultados
Como se evidencia en la Tabla 1, el compromiso con el aprendizaje, el trabajo bien hecho y con la calidad de las producciones es un aspecto que un grupo considerable de los docentes vinculan con la integridad académica. Igual sucede, pero en menor proporción, con el cumplimiento de las normativas institucionales. En ese orden de ideas, Carvajal (2020) considera que la integridad académica implica actuar bajo los principios de honestidad, confianza, justicia, respeto. Además de hacer lo correcto cuando nos ven y también cuando nadie nos está viendo.
Por su parte, las acciones que según los docentes se contraponen a la integridad académica, referidas en la Tabla 2 aluden, sobre todo, al manejo incorrecto de la información académica, lo que perjudica la calidad de las producciones. En menor grado, pero relacionado con lo anterior, estaría no asumir su cuota de responsabilidad por las acciones que van en contra de la integridad, que también se manifiesta en una inobservancia reiterada de los acuerdos que se establecen entre los estudiantes y el docente, y que tienen un sustento normativo institucional.
En cuanto a las categorías presentadas en la Tabla 3, es conveniente decir que esta delimitación tiene fines analíticos, aunque entendemos que por momentos algunas acciones de las que mencionaron los docentes pueden referirse a la transgresión de más de un valor. Las situaciones de incumplimiento con la integridad académica pueden manifestarse de forma variadas y en distintas etapas de la trayectoria formativa de los estudiantes. Las situaciones relacionadas con el plagio, la trampa y el intercambio de producciones se presentaron como muy comunes.
El docente universitario, en su labor de enseñanza recurre a la observación como herramienta clave para verificar y monitorear acciones de los estudiantes que dan cuenta del correcto proceder y de actuaciones que se alejan de lo establecido por los preceptos éticos y las normas institucionales (Tabla 4). Estas experiencias también se han agrupado a partir de una interpretación de los cinco valores que más se vinculan a la integridad académica (Red Europea para la Integridad Académica, 2023). Eaton (2020) destacó el sistema 4M para impulsar la integridad académica, a través de niveles en el abordaje y su implementación, a nivel micro (la persona), nivel meso (el departamento, escuela o facultad), nivel macro (institución, universidad) y a nivel mega (organismos oficiales, entidades gubernamentales)
En la Tabla 5, se muestra el primer grupo de acciones en el que se destaca el énfasis de los docentes en actuar de manera anticipada, para evitar posibles violaciones a la integridad. Se evidencia la intencionalidad por motivar, comunicarse, generar la autorreflexión, establecer reglas o límites claros, orientar hacia el desarrollo de habilidades de búsqueda y uso correcto de información académica, entre otras acciones. Consideramos que todas pueden contribuir a la prevención de posibles transgresiones a la integridad académica.
En este ámbito, que se refiere a las correcciones que los docentes han tenido que implementar, destacamos de nuevo el uso del diálogo con intención de llegar a acuerdos, así como la autorreflexión, recordar los compromisos que implican actuar apegados a la integridad y también rescatar las normativas internas (sanciones), contar con líderes a nivel institucional (por ejemplo, vicerrectores) involucrados en apoyar a la integridad académica.
Es importante que se cuente con líderes a nivel institucional (por ejemplo, vicerrectores) que estén involucrados en apoyar a la integridad académica. El elitismo intelectual no tiene espacio en el trabajo de integridad académica. Todos deben estar involucrados (Eaton, 2020).
El docente como guía y mentor del correcto proceder debe convertirse en un referente de la integridad académica. Este bloque de respuestas deja claro que enseñar con el ejemplo y aplicar un enfoque constructivo son herramientas importantes para atender la falta de integridad. Es relevante que los docentes realicen un seguimiento y una retroalimentación más efectivos de los trabajos académicos y que las instituciones ofrezcan apoyo a los estudiantes para su producción académica, además de las sanciones por su falta a la integridad académica (Aminana, 2020).
Tal como se muestra en la Tabla 6, promover la integridad académica debe ser una responsabilidad que permea todo el accionar de las instituciones educativas. El acompañamiento a los estudiantes debe abarcar orientaciones permanentes, seguimiento oportuno en las actividades didácticas y compromiso institucional con políticas y normativas claras. En un estudio realizado por Cancelo et al (2023) con el objetivo de conocer, determinar y analizar la implementación de políticas universitarias existentes que velaban por la integridad académica se identificaron las siguientes: la amonestación oral, rehacer el trabajo académico en situaciones de violación a la integridad académica, la pérdida de becas u otros beneficios económicos, limitación de participar en grupos artísticos, la suspensión temporal y por último la expulsión. El modelaje de acciones concretas vinculada con los valores, por parte de los docentes, es una práctica que genera impacto positivo en los estudiantes, ya que pueden apreciar un patrón de conducta favorable para su proceso formativo. Que los docentes y directivos sean modelo de ética académica y profesional frente al alumnado; enarbolando, aplicando y haciendo prevalecer el amplio espectro de valores actitudinales (Orellana et al., 2022).
5. Conclusiones
A partir de lo encontrado en esta investigación, se destacan las consideraciones finales que apuntan a dar respuesta o se corresponden con los objetivos de la investigación.
Los docentes asocian la integridad académica con la ética y los valores de la responsabilidad, el compromiso, la honestidad y el respeto como elementos predominantes. Sin embargo, valores claves como la justicia y la confianza, no son explícitamente mencionados por ellos, los cuales son reconocidos como consustanciales para la integridad académica. En contraposición, los docentes identifican a la irresponsabilidad, la deshonestidad y el plagio vistos como faltas. Los términos más destacados guardan coincidencia con el incumplimiento de los cinco valores reconocidos como parte de la integridad académica, excepto la confianza.
Desde la perspectiva de los docentes, el elemento predominante asociado con la integridad académica de los estudiantes es el de la actuación honesta, abierta y responsable, siendo lo que mejor demuestra cuando un estudiante manifiesta un comportamiento con integridad académica. Además, el compromiso con el aprendizaje, el trabajo bien hecho y con la calidad de las producciones. En menor proporción, está considerado el cumplimiento de las normativas institucionales.
De las acciones que se contraponen a la integridad académica, en la actuación de los estudiantes, se refieren sobre todo al manejo incorrecto de la información académica, lo que perjudica la calidad de las producciones. Por otro lado, no asumir la cuota de responsabilidad por las acciones que van en contra de la integridad, que también se manifiesta en una inobservancia reiterada de los acuerdos que se establecen entre los estudiantes y el docente, y que tienen un sustento normativo institucional.
Las acciones realizadas por los docentes para enfrentar los comportamientos contrarios a la integridad académica, evidencian un énfasis formativo, lo que sugiere una comprensión adecuada del papel de formadores que estos tienen. Se resaltan acciones orientadas a la intencionalidad por motivar, comunicarse, generar la auto reflexión, establecer reglas o límites claros, orientar hacia el desarrollo de habilidades de búsqueda y uso correcto de información académica, entre otras acciones tendentes al reforzamiento de la integridad. Destacan en las acciones el énfasis que ponen los docentes en actuar de manera anticipada, de forma preventiva, basados en su experiencia, para evitar posibles violaciones a la integridad.
Entre las medidas implementadas por los docentes, una vez ocurrida la transgresión a la integridad, destaca el uso del diálogo con intención de llegar a acuerdos, así como la autorreflexión, recordar los compromisos que implican actuar apegados a la integridad y también, rescatar las normativas internas como medio de alertar sobre posibles sanciones o la aplicación de estas con sus debidas consecuencias. Por último, de las estrategias que los docentes sugieren que la Universidad utilice para promover la integridad académica en los procesos de enseñanza y aprendizaje, se refirieron al proceder de la institución en tres dimensiones fundamentales que atienda lo actitudinal y orientador, lo didáctico y lo institucional. Esto evidencia un enfoque integral para el tratamiento de la integridad académica, un aspecto muy positivo que hay que destacar.
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Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
16 Mayo 2025 -
Fecha del número
Dic 2025
Histórico
-
Recibido
06 Dic 2024 -
Acepto
16 Mayo 2025